domingo, 23 de agosto de 2015

"Esto", "eso", no sé, llámalo équis.

Miradas por aquí. Miradas por allá. Sonrisitas por aquí. Sonrisitas por allá. 
Así es como empezó. "Eso" es lo que empezó. ¿Qué es "eso"? Ni tú ni yo lo sabemos. 
Parece un inicio normal: miradas, sonrisas, tonteos, jijijí jajajá, que te cojo de la mano, que si me coges de la cintura, que si te abrazo, que si me llamas "amor"; y así, poco a poco, pasa de ser "eso" a "ésto". 
Sí. ¿Qué es "ésto"? No sé, llámalo équis. Todo a quién se lo cuento me llama loca. Sí, pero loca de amor. Suena cursi. Pero así es. 
Kilómetros y kilómetros. Para los demás una excusa; para mi, un motivo más por el que luchar. 
Ellos no saben. Ellos critican. ¿Por qué? Porque no son capaces. Sólo los valientes somos capaces y arriesgamos. Pero vale la pena. Vale la pena porque sabes la sonrisa que se te dibuja en la cara al oír su voz o al leer un mensaje suyo. Ellos no tienen ni la menor idea. Ni la menor idea de lo que son capaces de hacer con tal de verse, aunque sean unos minutos. 
Cuento los días. Cuento los días que quedan para verte, para abrazarte, para susurrarte que el tiempo no es nada si las ganas de verte son mayores, para besarte, para pasar contigo unos minutos, unas horas, unos días, los que hagan falta para que te quede claro que te quiero para mi, y para nadie más. Para que me digas que tengo una sonrisa bonita, pero que la luna te cuenta que no la ha vuelto a ver relucir desde que tú no estás aquí conmigo. 
Y aquí estoy, tumbada en la cama, pensándote, melancólica, con más ganas que ayer de verte, pero menos que mañana. Y sí, hago caso a la gente, estoy loca. Me estoy volviendo loca. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario