miércoles, 27 de abril de 2016

POESÍA.

De pequeña siempre me decían que escribiese. Que escribiese poesías. Con sus rimas, asonante y consonante, con su número de sílabas, que aprendiera a hacer tipos de estrofas; y que luego me las aprendiese. No sabía ni por dónde empezar. Ni siquiera que tema tratar.
Ahora es diferente. Serán los años. O quizás las experiencias. O quién sabe si son por las lecciones de tus fracasos. Pero ahora me dices que escriba una poesía, y ¡ya sé de qué hablar!
Empezaría hablando sobre cómo me siento cuando estoy a tu lado. Sobre la comodidad y el bienestar que haces pasar a las personas que están a tu lado. Sobre las risas que consigues sacarme, a mi y al resto. Sobre la tranquilidad y la dulzura y a la vez con un toque de viveza. Porque haces sentir vivo. Eso es poesía.
O quizás empezaría hablando sobre tu mirada. Sobre lo que eres capaz de decirme cuando me miras. Cuando hay un cruce de miradas, en el que alguno de los dos termina quitando la vista. Sobre tus ojos, cristalinos pero a la vez tan opacos. Son un claro reflejo de ti. Reflejo de lo que quieres transmitir. Reflejo de tus dolores; y de tus alegrías. De las lágrimas que algún día vi caer. De las lágrimas rebosadas de sentimientos, que brotaban al compás del reloj. Te podías tirar noches llorando, que eso te hacía más fuerte. Y eso, también es poesía.
Hablaría también de tu risa. De la cantidad de sensaciones que causas con sólo una sonrisa. Que como dice Melendi, “con sólo una sonrisa, mi cabeza volvió loca”. No había visto antes una sonrisa tan pura. Bueno sí, la de un niño cuando tiene un juguete nuevo. Así era. Causaba sensaciones en quien la observaba. Pero era frágil. Tan frágil como una flor. Pero era eterna. Siempre florecía; o eso le querías enseñar al mundo. Y eso, también es poesía.
¿Cómo iba a hablar de poesía si aún no te conocía? ¿Cómo iba a hablar de poesía si aún no sabía el verdadero significado de querer? ¿Cómo iba a hablar de poesía si nunca te había sentido tan cerca y tan lejos a la vez? ¿Cómo hablarles de poesía si no tienen ni idea de lo que eres capaz? ¿Cómo hablarles de poesía si cada vez que te intento describir me quedo sin palabras? ¿Cómo hablarles de poesía si no tienen ni idea de querer?

Y la encontré. Entre tus brazos. Entre tus brazos encontré la respuesta que llevaba buscando toda mi vida. La respuesta a la cantidad de preguntas que me hacía día tras día. ¿Por qué ellos conseguían escribir una poesía y yo no? Y ahí me di cuenta, eras tú. Eras tú a quien necesitaba. Ellos escribían poesías. Pero yo me di cuenta de lo que era realmente la poesía. Poesía no es escribir palabras aleatorias que rimen entre ellas formando, quizás, una canción. En absoluto, mi poesía eres tú. Tú y tu manía de dejarme sin palabras. Tú y tu risa. Tú y tu todo. Como mi canción favorita en los días en los que sólo te apetece escuchar música. Pero ahí encontré mi sitio. Entre tus brazos. Era mi hogar. ¡Vaya! Increíble la cantidad de sentimientos a flor de piel que me dejabas. Teniendo respiración contra respiración. Con el corazón en la mano y al aire libre. Dejándote el poder de destruirme sabiendo que no lo harás. Buscando tu mirada. O quizás un beso. Eso es poesía.